Este puede ser el momento que nos haga ver lo que nos negamos a aceptar
Este puede ser el momento que nos haga ver lo que nos negamos a aceptar
Por las salas de cine han pasado películas apocalípticas cargadas de escenas de miedo y sufrimiento, prácticamente imposibles de soportar más allá del tiempo que dura la sesión para el espectador. Para suerte de éste, se vive desde los ojos del protagonista y en una cómoda butaca –y cómo no podría ser de otra forma, con un buen cono de palomitas acompañadas de una bebida azucarada para no perder la atención–. Sin embargo, en la situación actual, ni el mayor cinéfilo hubiera imaginado que podríamos llegar a vivir una pandemia.
Fuera del cine, la televisión (que ha invadido la mayoría de estancias de las casas e incluso los momentos de comunicación familiar), nos informa diariamente de noticias cargadas de extrema dureza, de guerras o, sin ir más lejos, de crisis como la migratoria que tenemos ahora entre Turquía y Grecia (https://elpais.com/elpais/2020/03/02/album/1583141058_162957.html#foto_gal_1). Este tipo de noticias nos afectan en el momento –como humanos que somos, empatizamos–, pero nuestro cerebro se protege activando de forma instintiva e inconsciente el retorno a la rutina, es decir, que las naturalizamos. Este recurso se denomina disociación, un mecanismo adaptativo que “desconecta” nuestra mente de la realidad y que ponemos en marcha para no experimentar dolor emocional ante un conflicto o situación estresante a la que no podemos dar respuesta.
Si hablamos de la crisis del medio ambiente, una de las situaciones que más nos debería preocupar es la contaminación del agua, tan necesaria para nuestra subsistencia. Vemos cómo se están contaminando acuíferos, ríos y el mar. Y de la misma forma que en el anterior párrafo, no tomamos consciencia de lo importante que es: no hace falta mencionar cuántas veces hacemos uso del agua durante el día, aparte de que nutre nuestros alimentos y nos nutre a nosotros. Un claro ejemplo lo tenemos en diferentes sectores industriales, en especial el textil, que requiere grandes cantidades de agua, como bien narra este artículo de Latitude: (https://elpais.com/elpais/2018/02/13/buenavida/1518549482_475577.html) «Un vertido en China impacta en nuestras aguas, parece que no queremos verlo». El 65% de la producción mundial textil se realiza en China y, según el Institute of Public and Environmental Affairs (IPE), esta industria descarga 2.500 millones de litros al agua de sus ríos, muchos contaminados. Estas noticias también pasan de puntillas por nuestra consciencia cuando las vemos en el televisor. Ésto nos lleva a estar tan centrados en el hacer, y no en el ser, dejando a un lado lo que realmente es importante.
El tejido empresarial se resiste a abandonar la productividad basada en el consumo, que prima por encima de todo y que impide parar de verdad. Por suerte ya hay emprendedores e innovadores cansados del tradicionalismo que se atreven a buscar nuevas fórmulas basadas en la sostenibilidad para la industria: la construcción, el textil, la ecología, etcétera. Aunque es un movimiento que va creciendo poco a poco, hay quienes persisten con fórmulas tradicionales que continúan con el “hacer por hacer”, más allá de pensar el para qué, con la única necesidad de llenarse los bolsillos a corto plazo. ¿Puede haber otra fórmula que ayude a despertar de este sueño tan efímero que hemos vivido hasta ahora? ¿Y que tenga que ser el Covid-19 quien nos pare en seco y a la fuerza para no perder a nuestros seres queridos o nuestra vida?
Debemos actuar por los demás. Estos días volvemos a ver la solidaridad que nos caracteriza, aunque con tantos mensajes nos estamos pasando de frenada. Se está llegando a saturar WhatsApp y los correos con información para ayudarnos y entretenernos. Es necesario parar a pesar de la cantidad de ruido que nos llega, pues semejante avalancha de información puede llegar a colapsar nuestra capacidad de pensar. Tenemos que decidir qué escuchamos y qué no. En este enlace podemos ver el consumo de navegación Internet: https://byzness.elperiodico.com/es/innovadores/20200319/coronavirus-teletrabajo-ocio-consumo-internet-preparados-7895752 En concreto, estos días las redes IP han experimentado incrementos de tráfico cercanos al 40%, mientras que el uso de la voz móvil aumenta alrededor de un 50% y los datos un 25%.
La vida es para ser vivida, pero vivida con la misma calidad para todos. ¿Qué nos lleva a no querer hacerlo? Quizás porque hemos empleado demasiado tiempo en la misma inercia y no hemos sabido salir de ella o creer que hay otra opción de hacer las cosas. Esta respuesta me lleva a otra pregunta: ¿En algún momento hemos sido libres? Cuando hablo de libertad me refiero a la libertad individual de elegir sin restar nada a nadie y de contribuir al crecimiento de los seres queridos de nuestro alrededor. Cuesta de ver que lo más importante ya lo tenemos, y no es otra cosa que a nosotros mismos y a nuestro entorno más cercano esperando que estemos presentes, despiertos. No son momentos del individualismo como opción, porque sólo la suma de fuerzas nos ayudará. Debemos actuar por los demás para poder evolucionar y volver a ser seres sociales que piensan en equipo. Como ya decía Aristóteles (384-322 a.C.), somos criaturas destinadas a vivir en sociedad, pero ahora nos toca quedarnos en casa con los nuestros, o solos si fuese el caso, porque de no tomarlo en serio no saldremos de esta situación que nos ocupa y preocupa.