La incomodidad del silencio en la comunicación

 La incomodidad del silencio en la comunicación

El silencio es un elemento más que pertenece a la comunicación, aunque en la actualidad existan personas que piensen que los silencios son espacios sin sentido en la comunicación. Los silencios tienen siempre un significado, aunque cueste interpretarlos. Estos “únicamente” se pueden comprender, a través de su propio contexto, ya que no siempre se les da el valor que requieren. Existen tantos como verbos. Hay los que generan reflexión, que generan prudencia, que generan incomodidad, que generan resistencia, que generan desahogo. Por sí solos cada uno de ellos se ajustan al contexto como si de un guante se tratase. Se suelen descolgar del mensaje cuando no hay lugar para nada más.

El silencio carece de valor léxico, pero semánticamente se le pueden atribuir muchos significados. No se le puede atribuir ninguna connotación por sí mismo. El silencio carece de sentido si no lo entendemos. Es inocuo e incoloro como el agua más pura de la que podamos beber, si además lo sabemos saborear. Imaginar que por sí solo puede incomodar no es tan sencillo, ya que en ocasiones se puede convertir en una losa a sostener que cuanto más dura más imposible se hace de mantener. Por este motivo el entenderlo con empatía lo hace enriquecedor, liviano y constructivo.

Se acostumbra a tener que dar respuestas a la ligera cuando aparece, como si de un enemigo se tratase.  Se puede utilizar para preguntar, tomar el tiempo necesario para reflexionar antes de responder y luego evitar arrepentirnos.  Los silencios nunca están vacíos de significado ni de sentido, dependerá de cada sujeto y de su propia historia.  

El ruido que nos rodea va a más, por esto, en general nos cuesta mucho estar con nosotros y conocernos. En parte es la desconexión que vivimos. Ya no hay silencio, cualquier momento libre se rellena con estímulos que salen de una pantalla. Un ejemplo es observar que prácticamente la mayoría de personas con las que nos encontramos por la calle transitan con sus auriculares inmersos en la música o en sus videos. Ahora es una minoría los que van sin. Es decir, no permitiéndose estar en su mundo, pensando en sus cosas, deliberando, o tan sólo no pensado en nada. Es tan presente la conexión a lo externo que se ha normalizado y se entiende como algo habitual. 

Se convierte en un concepto de vida. Esto nos hace estar ensordecidos, en una permanente huida del silencio.  Esta situación puede suponer uno de los mayores retos actualmente, es uno de los conflictos que sufre la sociedad actual. Esta necesidad de estar constantemente enganchados al ruido, a la distracción. Esto nos aleja de lo básico, el estar con nosotros. La práctica del silencio tiene que ver con desconectarse de los estímulos externos y centrarse en uno mismo, generar un flujo pausado para dar pie a un lenguaje sincero, crear el momento y escucharnos.

El silencio se puede convertir en una fuente de inspiración para estar en paz con uno mismo, estar en sí mismo, sentirse bien consigo mismo. Estar bien por encima de todo, aprender a pensar de forma adecuada, centrándonos en nuestro presente donde se puede construir una paz interna que nadie debería transitar.  Silencio es escuchar. Es no hacer nada, escuchar el pensamiento, sentir cómo y dónde estamos. 

En conclusión, todo silencio al cual no se le da un espacio a la reflexión genera un bucle sin sentido que no lleva a nada y a ningún lugar, excepto a la incomprensión. Es como un espacio en blanco al final de una frase, o continuada por puntos suspensivos.

En el coaching, los silencios son de un gran valor en las sesiones para dar espacio a la reflexión. Un coach debe hacer preguntas que saquen a su cliente de su contexto actual para que pueda conectar por caminos que antes, nunca, había transitado. El silencio es un activo más valioso que incluso las preguntas en el Coaching.