¿Te limitan o te limitas?

Josef Ajram recoge en su libro ¿Dónde está el límite? el siguiente mensaje: “No sé dónde está el límite, pero sí sé dónde no está”.

Este mensaje lo lanza desde unas de las disciplinas que más ha compaginado en su vida como es el deporte, en su caso el triatlón. Fuera de éste se generan límites en más aspectos de la vida. Pienso que el ser humano es capaz de hacer aquello con lo que se compromete, siempre y cuando sea fiel a ello y agote todos los recursos a su disposición antes de rendirse.  

Solemos pensar que la realidad es la que nosotros vemos, pero con frecuencia hay personas que nos demuestran que esto no es del todo así. Ellos no ven límites donde nosotros sí los vemos, lo que nos evidencia que ven distintas realidades.  Nuestra mente hace una interpretación de aquello que percibe de una determinada manera. Construimos una realidad parcial y no del todo cierta. Por esto, hay tantas realidades como personas. O mejor dicho, hay tantas no realidades como personas –pero esto sería asunto de otro post.

Hay personas que se construyen con una serie de recursos de una forma más apresurada que otros, en función de su genética, aunque sus autolimitaciones en algunos casos hacen que estos recursos queden desaprovechados. Conozco a triatletas con excelentes cualidades que se vienen abajo. Sin embargo, hay otros que se construyen a paso firme bajo un compromiso consigo mismos, desde el experimentar y el crecer. En mi caso en una revisión médica me comunicaron que debía poner atención a mi sobrepeso, porque en mi familia había dos antecedentes por diabetes y yo iba a ser el tercero. Era una realidad que estaba negando. En los aspectos profesionales de mi vida, esa situación no se hubiera producido, ya estaría resuelta, por lo tanto, la causa no era una falta de recursos sino una negación de la realidad.

A simple vista mi caso debería haber sido obvio, pero no lo era. En aquel momento, aunque los mensajes eran claros y evidentes, yo los omitía o los postergaba, porque no disponía de los recursos necesarios. Los vaivenes de la vida, si no son resueltos en su momento, aparecen de nuevo en su totalidad, y siguen haciéndolo disfrazados de casuísticas distintas invitándonos a resolverlos, es decir, dándonos otra oportunidad. Las dificultades se pueden afrontar desde un rol pasivo o desde la responsabilidad, si se hace con ésta, se resuelven desde un proceso de crecimiento evitando el sufrimiento.

En mi caso debía bajar de los 96 kg para evitar entrar en una rutina de diabetes en la cual mi padre llevaba años. Ya estaba pisando la línea roja de la enfermedad. Personalmente, me sentía doblemente preso: por un lado, el estrés me llevaba a comer de forma desmesurada; por otro, esto me provocaba un aumento de peso porque no estaba atendiendo a la causa de mi malestar. Era preso de mi estrés y preso de un sobrepeso que me impedía vivir con normalidad.

Al principio me fue muy duro cambiar hábitos, me creó mucha resistencia, aunque al segundo mes los resultados ya fueron favorables. Esto hacía sentirme cada vez mejor y seguir sin mirar atrás. Esta forma de afrontar los cambios me llevó a subirme en un tren del cual hasta hoy aún no he querido bajar. Los resultados me permitieron embarcarme en otros compromisos personales de los que no solo aprendía, sino que también me hicieron construir un metabolismo para afrontar todas las limitaciones físicas que me habían acompañado hasta entonces, y bajé hasta los 72 kg. Habiendo perdido 24 kg, me transformé en un hombre nuevo. A los 44 años ya había participado en un gran número de competiciones: la Datev Challenge Roth 2016 larga distancia; la Challenge Almere-Amsterdam 2015 larga distancia; cuatro pruebas del Triatlón internacional B Banyoles; cuatro Ironman 70.3 Barcelona; el Triatlón Vitoria-Gasteiz; el Matagalls Montserrat en dos ocasiones; la Zúrich maratón de Barcelona cinco veces; la Maratón Valencia Divina Pastora, y dieciséis medias maratones, entre otras. El objetivo no era ganar, sino sentirme bien, tener disciplina, constancia y querer cambiar aspectos de mi vida que me restaban más que me sumaban.

Después de vivir experiencias que no podré olvidar porque me empoderaron, me embarqué en un nuevo viaje: el Firewalking, y me certifiqué como instructor en técnicas de alto impacto. Esta filosofía de vida fue creada por Tolly Burkan que, de la mano de Rafa Rodriguez, me permitió introducirme en esta disciplina. Fue importada de Estados Unidos, donde se lleva realizando desde la década de los 70. Se emplean como metáforas de vida que permiten desbloquear a las personas y empoderarlas para hacer frente a las situaciones difíciles del día a día. Así, aprenden a ver sus realidades desde otra perspectiva y ganan confianza. Además, les ayuda a poner a prueba sus creencias limitantes, a superar sus miedos y a aumentar su motivación.

Pasamos años habitando en un cuerpo del que nos negamos a conocer sus capacidades y disfrutar de las oportunidades que esconde. Si trabajamos para aumentar nuestros recursos personales, alcanzaremos metas que jamás nos habíamos planteado. Después de estos años trabajando y conociéndome, constato que introducir pequeños cambios a diario nos puede permitir conseguir grandes sueños.